Los gemidos escapaban de su boca sin poder detenerlos, era instantáneo. Un pequeño roce, el dolor, la presión. Su cuerpo temblaba ante la fricción.
Sus manos controlaban las caderas su capitán, todo era perfecto. Él mantenía su posición. Quieto, tímido, sin interrumpir a quien le manejaba. ¿Quién iba a pensar que estarían en esa situación?
El tacto del menor pasó directo a su entrada, sus cuerpos desnudos y deseosos por complacerse mutuamente estaban en un transe donde los segundos parecían interminables.
Tensión, rodeaba el entorno, algo detenía el avance del menor hacia su camino hasta el éxtasis.
-P...Piers, ¿qué pasa? - Chris, b